El PRP favorece la salud de los folículos, lo que acelera el crecimiento del cabello y mejora su grosor.
Ayuda a disminuir significativamente la caída del cabello al fortalecer los folículos debilitados.
Los pacientes notan que su cabello se vuelve más brillante y con mejor textura tras el tratamiento.
También puede actuar como una medida preventiva para aquellos en riesgo de sufrir pérdida de cabello en el futuro.
Durante la primera consulta, se evalúa la salud capilar del paciente y se discuten las expectativas, creando un plan de tratamiento personalizado.
Se extrae una pequeña cantidad de sangre del paciente, generalmente de una vena del brazo. Esta sangre es la fuente del plasma rico en plaquetas que se utilizará en el tratamiento.
La sangre extraída se coloca en una centrífuga para separar las plaquetas de los otros componentes sanguíneos. Este proceso suele durar entre 10 y 20 minutos y es crucial para obtener el plasma enriquecido que se inyectará.
Una vez que se ha separado el plasma rico en plaquetas, este se activa para liberar los factores de crecimiento que estimulan la regeneración celular en el cuero cabelludo.
El plasma se inyecta en áreas específicas del cuero cabelludo mediante microinyecciones. Este procedimiento se realiza con una aguja fina y es generalmente indoloro, aunque puede variar según la sensibilidad del paciente.
Después de la sesión, se proporcionan instrucciones sobre los cuidados necesarios. Se recomienda evitar lavar el cabello o realizar ejercicio intenso durante las primeras 24 horas, así como limitar la exposición al sol durante unos días.
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